Panamá posee una
multiplicidad cultural que lo hace único en la región, a lo que contribuye
además la constante presencia de visitantes de todas partes del mundo. El
origen de esta singular mezcla cultural es sin duda la característica de
encrucijada que siempre ha tenido el país, pero también lo es la conexión
intensa de Panamá con el mar, que la hace muy parecida a una isla del Caribe.
Es particularmente rica, pues aunque proviene de orígenes culturales y
tradiciones muy diversas, ha sido estimulada por el ambiente de tolerancia y
armonía que siempre ha imperado en el territorio.
Aunque se respeta el
libre credo religioso, la población del país profesa mayormente el catolicismo,
profundamente ligado a las tradiciones y expresiones culturales. En el interior
del país, por ejemplo, las más grandes celebraciones están relacionadas con
diversos santos, a los que se les denomina patronos de los pueblos, de igual
forma se celebra la Semana Mayor o Semana Santa. Una de las mayores
celebraciones relacionadas con las creencias culturales y católicas del país,
es el Carnaval de Panamá, una celebración masiva de cuatro días que preceden a
la Cuaresma.
Panamá siempre ha
sido un punto de encuentro entre culturas, ganándonos el apodo de "crisol
de razas".
El Instituto Nacional
de Cultura administra 23 centros dedicados a la enseñanza de diversas
expresiones artísticas, organiza concursos y becas literarias. Cuenta con 13
centros regionales, administra el Teatro Anita Villalaz, el Teatro Nacional y
el Teatro Balboa, coordina la Orquesta Sinfónica y el Ballet Nacional, además
mantiene 18 museos entre los que se destacan el Museo de Arte Religioso, el
Museo Antropológico Reina Torres de Arauz y el Museo Afroantillano.
Panamá, a pesar de
que no es reconocido como tal en la actualidad goza de una gran riqueza
cultural que se demuestra en la conservación de 5 conjuntos monumentales y los
90 bienes inmuebles declarados monumentos históricos nacionales, entre ellos,
los declarados por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad.
Con más de 3.3 millones de habitantes, su población
está compuesta en un 67% de mestizos
(amerindios con blancos) y mulatos (blancos con negros), 14% negros, 10%
blancos; un 6% de amerindios (indígenas) y un 3% de personas de orígenes
étnicos variados. Siendo un país que respeta el libre credo, la población de
nuestro país está compuesta por una mayoría Católica Romana de un 85%, por lo
que fechas como la Navidad y los Carnavales, colorida y agitada festividad de
cuatro días precedente a la Cuaresma, son ampliamente celebradas en Panamá. Le
siguen los cristianos evangélicos con un 10%. El 5% restante se divide entre el
Judaísmo, el Budismo, el Hinduismo, la Ortodoxia y grupos derivados del
cristianismo protestante como Testigos de Jehová y Adventistas del Séptimo Día.
Los siete grupos
indígenas de Panamá se encuentran asentados en territorios semiautónomos. Los
más representativos de la región occidental, como las provincias de Chiriquí,
Bocas del Toro y Veraguas son los Ngobe y los Bugle‚, Naso-Teribe y los
Bri-bri. Juntos comprenden un 70% de la población indígena del país. En la
región oriental de Panamá está poblada por los Embera y los Wounaan en el
Darién, y los Kunas en la comarca de Kuna Yala. Los Embera y los Wounaan viven
en la selva tropical, tal como sus ancestros lo hicieron durante siglos. Su
comprensión y respeto por la naturaleza es innato, y sus habilidades en el
tallado y tejido de canastas es exquisito. Los Kuna se asentaron en las costas
e islas del Caribe y se caracterizan por una férrea protección de sus
tradiciones y por sus molas, las cuales son artesanías hechas con aplicados
sobre tela.
Los descendientes de
africanos se establecieron en la región central de Panamá y en el Darién, donde
la cadencia del Bullerengue y el Bunde todavía evocan los orígenes de sus
tradiciones. Originalmente, fueron traídos al istmo por los colonos españoles
para trabajar en las plantaciones de caña de azúcar. Una segunda ola de
inmigración negra llegó al istmo desde las Antillas para la construcción del
Canal de Panamá, a inicios del siglo 20. Este grupo, de habla inglesa, se
estableció en la Ciudad de Panamá, Colón y Bocas del Toro. Los mestizos y
mulatos son el resultado de años de uniones entre diversas razas y etnias,
dispersos en todo Panamá, su folklore se expresa por medio de la música y
danza, comidas regionales como el arroz con pollo y sancocho de gallina, su
actitud festiva, la que reluce en ferias y festivales, así como su
característico trato amigable hacia los extranjeros.
La posición geográfica
privilegiada de nuestro país lo ha convertido en un punto de encuentro entre
diversas etnias y razas, hoy en día accesible para todo viajero, haciéndolos
sentir en casa, recordando siempre sus tradiciones y su constante deseo de
evolucionar como cultura.
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